La gran aventura de Destella

¡Hola! Soy Destella pero mis amigos y mi familia me llaman Des. Soy una joven elfa de 120 años, alta, morena, graciosa y muy aventurera. Me gusta pasear por los bosques, disparar con mi arco y luchar con mi espada. Yo vivo en una pequeña aldea de elfos, cerca del Lago Infecto. Pertenezco a la tribu de los aireguos. Nosotros tenemos como elementos  el aire y el fuego. Somos morenos, con las orejas puntiagudas y el sentido de la vista muy desarrollado.

 Además existen otras 3 tribus:

·Los Terragua que tienen como elementos el agua y la tierra. Son pelirrojos, con los ojos grandes y el sentido del oído muy desarrollado.

-Los Arcanos que su elemento principal es la magia. Ellos son rubios, de nariz puntiaguda y con el sentido del tacto muy desarrollado.

-Los Faiguty que son los más poderosos. Sus elementos son el aire, el agua, el fuego y la tierra. Ellos son muy inteligentes y esbeltos. Además tienen el sentido del olfato muy desarrollado. Enseñan a luchar a los más pequeños.

A continuación os voy a contar la historia que sucedió hace muchos años:

Era un bello día en Dámbil, soleado y un poco caluroso. Yo estaba jugando en la pradera que hay junto a mi casa con mi hermano pequeño. Él se llama Coty, tenía 65 años y era un poco travieso.

 

Mientras jugábamos mis padres nos comentaron que iban a salir a pasear hasta llegar al Lago Infecto.

Al rato mi hermano dijo:

-Tengo hambre, Des.

-Quédate aquí, voy a entrar en casa para coger algo de comer -le contesté-.

-Vale -me respondió alegremente-.

Pero, de repente me di la vuelta y …

-Coty, se me había olvidado preguntarte qué quieres comer.

-Ummmmmmm, rosas de colores al chocolate -contestó hambriento-.

Al rato salí y Coty no estaba. Maldición había perdido a mi hermanito pequeño. No sabía que hacer, estaba preocupada. Lo busqué por toda la aldea y no apareció. Cuando llegaron mis padres y les conté todo, supimos que algo grave había sucedido. Necesitábamos ayuda.

Fui corriendo a por las perlas de la verdad, con ellas podría descubrir que había sucedido.

Pero ¿qué son las perlas de la verdad? Os preguntaréis.

Son 3 perlas mágicas, una para ver el pasado, otra para ver el presente y otra para ver el futuro. Estas perlas las gané hace unos años cuando estaba estudiando con los faiguty  preparándome para  un combate contra Ármata. Ella es una elfa arcana y mi mayor enemiga; prometió vengarse por haberme quedado con las perlas.

Con la perla del presente pude ver que Ármata había secuestrado a mi hermano y me había dejado una nota en un árbol. Fui a ese lugar y en la nota ponía:

“Si quieres a tu hermano tendrás que darme las perlas de la verdad” Con la del pasado pude divisar que estudió con los arcanos y se había hecho una maga malvada muy poderosa. Con la perla del futuro pude ver donde estaba mi hermano y las trampas que me puso por el camino. 

Corrí hasta llegar al castillo de los faiguty. Una vez allí les pedí ayuda. Ellos aceptaron con entusiasmo.

Un día después la tribu y yo emprendimos el camino hacia el lugar donde se encontraba mi hermano. Entramos en un bosque oscuro, cruzamos ríos, luchamos con orcos, trolls y pudimos esquivar unas bandadas de enormes abejas gracias a la perla del futuro. Al fin llegamos al lugar. Ármata se quedó alucinada al vernos allí y empezó a luchar contra nosotros. Ella lanzó una gran ola de fuego y aire. Nosotros nos agachamos y la esquivamos. Luego nos lanzó un hechizo para dejarnos paralizados, pero yo me deslicé hacia un lado para que no me alcanzara y los faiguty saltaron y volaron. Ellos le lanzaron un vendaval con piedrecillas. Ármata cayó al suelo inconsciente. Mientras los faiguty le lanzaban el vendaval, yo corrí al bosque a ver si encontraba algo para atarle las manos y encontré una cuerda tirada en el suelo al lado de un árbol. Cuando volví ella estaba tirada en el suelo. Así que le atamos de manos y volvimos a casa.

Al llegar a la aldea Ármata tuvo su merecido, pues su tribu la castigó quitándole los poderes para siempre, liberando así a todos los que le había hecho daño. Desde ese momento la ladea ha vivido muy feliz.

Escrito por María Palomares