El zafiro mágico

Para la mejor madre del mundo quiero dedicarte esta  historia porque te la mereces. Pienso todos esos momentos que he pasado contigo y me siento muy afortunado. Feliz día de la madre.

Hace mucho tiempo, al oeste de Dámbil, vivía un muchacho llamado Tristán, era pobre pero con un gran corazón. Era alto, vestía con unas zapatillas viejas y ropa sencilla, su mayor tesoro era su imaginación.

Un día iba por el bosque recogiendo frutos silvestres cuando una luz brillante llamó su atención, a medida que avanzaba hacia el lugar donde se encontraba la luz su imaginación se puso en marcha e imaginó encontrarse con un dragón de ojos brillantes el cual le propondría hacer un viaje a un lugar insólito lleno de fantásticas aventuras. Mientras se acercaba, la luz iba cambiando de color de blanco a amarillo y de amarillo a un azul claro, pero justo cuando estaba delante, la luz se apagó y cual fue su gran sorpresa al encontrarse a una muchacha de belleza inexplicable. Su aspecto era dulce y sus ojos de un color azul intenso, vestía una túnica blanca y con cada movimiento las flores acentuaban su color. Desde ese mismo instante Tristán se quedó bloqueado y su imaginación 

se paralizó.

La muchacha se dirigió a Tristán con voz dulce.

-¿Cómo te llamas? -dijo la joven.-

-Me llamo Tristán - afirmó él-.

-Pues yo me llamo Zafiro, y me alegro de haberte encontrado Tristán. Llevo mucho tiempo buscándote para hacerte entrega de este zafiro mágico que representa mi nombre y mi corazón Tristán no podía creer lo que estaba oyendo pues en ese preciso momento sintió que se había enamorado -Zafiro continuó-

-Tristán acepta este zafiro pues con el podrías hacer realidad tus sueños, además sabrás, en todo momento emplear su magia para ayudar a personas que lo necesitan. Tu bondad es tan grande como tu corazón -dijo la joven-.

-Yo solo quiero un deseo que es estar a tu lado -dijo el joven-.

Ella se sintió tan feliz que cogiéndolo de la mano desaparecieron en la luz.

Por Quique López