Una mañana,
en Tornal, Aluf se encontraba con su padre, el rey de Dambil. Aluf
tenía 20 años. Era un joven corpulento de cabellos morenos que
solía tapar con un casco. Le gustaba practicar con su padre su poder
elemental, aunque solía llevar algún arma encima.
Su padre, a
pesar de ser el rey, era un buen guerrero. Su madre era una mujer
amable, de cabellos morenos y una gran madre.
Aluf y su
padre se encontraban en una sala de entrenamiento. Él intentaba
esquivar los movimientos de su padre, cuando unos ruidos les avisaron
de algún peligro. Salieron de la sala y encontraron a su madre
tirada en el suelo. En aquel momento, el corazón del joven se volvió
negro y oscuro. Había cambiado: ya no luchaba con justicia, si no
con odio e ira. Su padre ya no lo trataba igual, ya no lo enseñaba a
luchar.
Un día,
cuando Aluf se encontraba en la sala de combate, su padre entró y lo
observó atentamente.
Se dio
cuenta de que no usaba la magia correctamente, usaba magia negra,
llena de odio e ira. No luchaba como su padre, siempre por hacer el
bien, Él estaba preocupado, pues cuando llegara su fin, el reino
sería oscuro. Entonces, éste le dijo:
-Hijo mío,
no serás un buen rey para el pueblo. Usando la magia negra, no harás
el bien. Aquel que haga feliz al pueblo, será el heredero.
Dicho esto,
Aluf se marchó lejos, sin decir ni hacer nada.
Pasados los
años, Aluf se hacía llamar “Górmul” o “ El Amo negro”,
pues ya había atacado muchas ciudades con su ejército.
Su padre
murió, y aún nadie era el rey, y Górmul quería serlo, para poder
reinar a su manera, y acabar con todos ellos que se lo impidieran.
Sólo con un pensamiento: venganza por la muerte de su madre.
Celia Moreno
Gómez.
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