lunes, 6 de enero de 2014

Danlera y el misterio



Era un día en el que el viento soplaba con mucha fuerza, haciendo que se abrieran y cerraran las ventanas, que las puertas dieran portazos inesperados y fuertes, que se rompieran algunos cristales, mientras el viento soplaba.

En la casa del duende Dalguer, se hacían oír con más fuerza pues, casi nunca estaba él ahí, lo que la hacía misteriosa, por su tejado roto, la puerta torcida y agujereada, varias habitaciones hundidas y oscuras, y porque muchas veces salían gatos negros con ojos rojos, las orejas agujereadas de tantas peleas y ratas gordas y sucias, que en el poco tejado que había, se dejaban ver. Aquel día ventoso, podía distinguirse   una luz que provenía de aquella casa.

Danlera, una Guardiana del Viento, puedo ver aquella luz. Ella tenía unos ojos almendrados misteriosos, la piel transparente y unas orejas puntiagudas que acompañan a sus labios oscuros y serios. Tenía el pelo grisáceo y corto peinado hacia los lados.
Al ver la luz, quiso alcanzarla, sin tener en cuenta los peligros que podían encerrar aquella casa. Quería investigar la luz, de dónde salía y qué o quién la hacía brillar. Llamó un par de veces a la puerta, pero sólo se oían los chirridos de las ventanas, los cristales romperse y el viento silbar. Entonces, decidió entrar, pues estaba segura de que no estaba habitada. Cuando entró, puedo observar con facilidad, que los que habitaban la casa, eran gatos medio muertos, al igual que las ratas. Se vio rodeada, y no tuvo más remedio que lanzar un conjuro. Se trataba de una ola de aire, expulsando a los animales de aquella ruina. Una vez hecho el conjuro, Danlera se sintió más aliviada, pero no del todo. Caminaba con mucho cuidado, pues ya se había puesto el sol, y temía ser descubierta. Se veía poco, y al rato, oyó a lo lejos unas voces gritar. El corazón le iba a cien, cuando sintió que se hundía, y que el suelo desaparecía. Cuando cayó al suelo, puedo ver con mayor facilidad aquella luz tan misteriosa. Siguió caminando, cuando un portazo la detuvo por completo. Tenía tanto miedo que no podía respirar por si hubiera entrado alguien. Danlera estuvo unos minutos quieta y alerta: tuvo la idea de que el causante de aquel portazo había sido el viento. Dentro de aquella casa, el aire era húmedo, pero no hacía calor.

 Ella decidió seguir hacia delante cuando dos puertas bloquearon su camino. Las dos puertas desprendían luz, lo que a Danlera la confundió. La puerta izquierda estaba más estropeada, con lo que decidió continuar su camino por aquella puerta. Al entrar, no estaba oscuro, lo que la sorprendió también el que hacía frío y el aire no estaba húmedo. Pudo seguir con mayor facilidad hasta llegar a la luz. Aquella luz provenía de una bola cubierta por hojas en una habitación muy bien amueblada, con un duende viejo a su lado.
Este le dijo:
-¿Qué haces aquí?
-He venido porque desde fuera, vi la luz que provenía desde el interior de esta casa, y decidí averiguar qué o quién la hacía brillar.

Dalguer, que así  se llamaba el duende, pidió que la joven frotara aquella bola. Al flotarla, Danlera durmió. Durmió en un sueño profundo, del que no despertaría jamás.

Realizado por Celia Moreno

2 comentarios:

  1. No suelo comentar mucho por el blog, pero esta historia es una de las mejores que has hecho Celia y lo merece. Sigue así, estás progresando mucho.

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  2. Me ha gustado mucho tu historia, es la mejor que has hecho!!!!!!!
    Felicidades

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