Un día, en una de las
muchas aldeas de Dámbil, aparecieron unos seres muy extraños y egoístas con sus
cosas. Solo pensaban en comer y algunos ni siquiera eso. Se hacían llamar
“Orcos”. Entre ellos solo había una
hembra se llamaba Nepal.
Era inmensamente bella y vivía en Elfanía una
aldea de elfos, por supuesto. Ellos la criaron y a los otros…uno, con los
duendes; otro, con los dragones y el último pero no menos importante con los
arqueros. Este era el más pequeño de todos y se llamaba Nefario.
En los orcos variaba el
color de su piel según su género. Por ejemplo en las orcas, un verde
blanquecino solía cubrir su cuerpo y en los machos un verde oscuro y
cautivador.
Cada orco medía 2’5m
(aproximadamente).
Una tarde, a la caída
del sol, Nepal se acostó en la hierba como solía hacer. Quedó completamente
dormida pero un grito la despertó de su sueño. Era su fiel amigo el elfo Ormuz pidiéndole
un gran favor: ir a la Ciudad infectada cerca del Río Infecto. Como Nepal
desconocía el camino cogió un mapa de Dámbil.
Fue caminando cada vez
más y más lento…estaba muy cansada. Se paró a descansar.
Al día siguiente llegó
a su destino la “Ciudad infectada”. Allí aprendió mucho pero al terminar sus
tareas el alcalde la llamó para hablar y...no daba crédito a sus ojos su
hermano era Nefario. El preciado hermanito de Nepal estaba vivo y vivía allí
con los arqueros. Era genial y por lo visto ¡sus padres también lo estaban!
Querían encontrarlos pero se tomaron antes un pequeño descanso para empezar de
nuevo y conocerse mejor.
-
Es increíble que mamá y papá sigan
vivos. Yo de vosotros mañana a primera hora iría a buscarlos.
Y así fue al día
siguiente salieron de la ciudad con todo preparadito y comenzaron un largo
viaje de misterios y aventuras.
Anduvieron y anduvieron
hasta que al caer la noche, reposaron bajo una enorme copa de árbol.
Nepal despertó, vio que
el cielo predecía el amanecer con un hermoso paisaje.
Una voz muy alta
despertó a Nefario:
- A levantarse dormilón, nuestra aventura
acaba de empezar.- dijo alegremente.
-
Unos minutos más…- contestó dormitando.
Al acabar el desayuno
los hermanos siguieron su búsqueda. Pero en una ruta muy empinada Nefario acabó
por decir:
-
Nepal no puedo más ¿paramos para otro
tentempié?
-
Vale, yo también estoy cansado.
Al cabo de rato, ya
dormidos y todo; despertaron por un rugido aterrador y sin darse cuenta Nepal y
Nefario se encontraron una vieja casita de 2 plantas donde creían haber llegado
a su destino y así era. Al ver de cerca la gigantesca bestia salieron corriendo pasillo a
bajo. Pero no tenían salida y Nefario se armó de valor y cogió su espada para
matar al monstruo. Pero no hubo mucha
suerte aunque rajó su brazo y empezó a sangrar.
Nepal consiguió abrir
la puerta por donde escaparían y unas voces se oían al fondo de la habitación.
-
¡Socorro, sacadnos, nos quiere matar,
ayuda!
-
¡Papá, mamá! Os hemos buscado por todo
Dámbil.
En ese preciso instante
la bestia cayó por un balcón sufriendo de dolor y Nepal reunió a toda su
familia y para siempre.
FIN
Qué chula la historia, es muy original
ResponderEliminarMe he líado un poco, aunque es original. ;-)
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