domingo, 15 de junio de 2014

Un gran riesgo



Aivlys era una joven elfa bastante alta para tener el problema que tenía pues  ella no tenía piernas y medía 1m escaso. La elfa era pelirroja, sus labios producían un sentimiento cálido y en sus ojos se podía ver el mar reluciente.
 
La muchacha siempre quiso salir fuera y adentrarse en los dominios del hermoso bosque pero no podía. Ella iba en un carro que daban en las “Casas de Curación” cuando alguien como ella tenía un problema grave y no podía caminar por sí mismo.
“Si quiero salir fuera tengo que correr un gran riesgo” - se decía para sí misma-.
El problema no era que no la dejaran sino que no podía andar, solo eso.

* * *
Pasaron 2 años ella tenía 16 y  ya medía 1'5 m. Estaba bien a pesar de su  discapacidad y ese mismo día pensó que ya era hora de vencer sus miedos así que corrió el riesgo de caerse y fracasar; pero no lo hizo.
Y sin hacerse ningún daño bajó las escaleras ¡Era un nuevo record para ella! Pero se desanimó un poco al saber que todas las personas podían hacerlo, para ellos era algo de lo más normal.

Al salir fuera de casa se sintió libre, como si su vida empezara de cero.
Pudo cruzar un arroyo, mojándose un poquito pero nada más.
Siguió rodando con su carrito y de pronto se puso a llover a cántaros a través de la lluvia visualizó una profunda cueva que parecía estar habitada; y así era.
Una joven meneaba sin cesar un gran caldero con un líquido azul asqueroso.

- Hola, soy Salina, -dijo alegrándose de tener compañía-. Soy una maga profesional - presumió- y tengo un don para las pócimas mágicas.
 
Asustada, Aivlys le devolvió una sonrisa amable y dijo:

- Yo soy Aivlys una pobre elfa que por desgracia, no tiene piernas.

Empezó a llover tanto que tuvieron que quedarse juntas en la cueva. Siguieron hablando, conociéndose mejor. Con cada frase que decía la maga de sus poderes Aivlys estaba más segura de que podría proporcionarle unas piernas.

Al final se decidió y preguntó:
- ¿Tú podrías darme piernas para poder andar?
Salina buscó entre sus libros,  hasta que...
- ¡Aquí está!
“La Magia está en el Poder”; decía la portada del libro.
- Mira Aivlys, no puedo darte piernas, he sacado este libro pero el poder que nombra la portada y el capítulo 9 no es el poder que proporciona el dinero, ni el de ganar una guerra... es el poder de tus fuerzas, tu fe en ti misma y tu corazón. Si tú crees que puedes; lo conseguirás.
- Pero tú... -hizo una pausa- tú necesitas correr un  gran riesgo. Mira yo solo puedo hacer una cosa. El libro resolverá tus dudas. Adiós.
- Hasta mañana- se despidió-.

La tormenta había parado. Aivlys se puso a leer; pero cada oración que leía una duda le surgía.
Al día siguiente ella volvió a visitar la cueva... pero 1 hora antes...

¡Bien lo encontré!-dijo Salina contenta- este hechizo le hará tener piernas a mi amiga ¡Tengo que practicarlo!

Cuando Aivlys entró en la cueva la varita de Salina apuntó accidentalmente hacia ella misma y...

- ¡Nooooooooo! ¡¿Que me has hecho; y mis piernas?! ¡Me las has robado! ¡Te odio, me vengaré, lo juro!

Aivlys tenía las piernas de Salina, pero al sentirse culpable le contestó:

- Salina, quédatelas, no las quiero. Sin piernas siempre me he podido superar. No quería quitártelas ¡vuelve por favor!

- ¿Qué?

- Contigo he aprendido que con piernas puedes hacer de todo de forma sencilla, por eso cuando consigo, como ayer, bajar las escaleras; es un nuevo record para mí y nunca tendré límites.

Bueno, la elfa Aivlys acabó por darse cuenta de que una discapacidad no es mala si la aprovechas, como ella para superarte a ti mismo.
La maga tenía piernas la joven elfa no y si crees que puedes; como ella, puedes  sino lo haces a la primera vuelve a intentarlo así serás feliz tengas lo que tengas.

                                                                                                                                                                                       Escrito por Karen Cruz Palomares

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