martes, 19 de agosto de 2014

La flor de la vida



Un silencio invadió la aldea. Los elfos habían acabado la guerra contra los duendes.
Había heridos, inconscientes y algunos muertos. Todo había cesado y en menos de lo que canta un gallo la aldea se vació. Cuando todos se fueron, yo me dispuse a ayudar.
Me encontré un elfo muy herido, cuando de entre los árboles apareció un duende; iba a atacarle pero le vi en sus ojos pena por los heridos, él no había luchado, es más, venía a ayudar como yo. Por cierto soy Sally la elfa de la otra vez.
 
Esa vez os conté la procedencia de los elfos y esta el Origen de los Duendes.
Los duendes-bebés son muy guapos todo el mundo los querría tener; pero por desgracia la gente sabe que al cumplir 12 años empiezan a trabajar para la guerra y se vuelven malvados.
Este inesperado duende se llamaba Silik, él no era como los demás, era alto, atractivo y bastante inteligente con la medicina. Moreno con los ojos como las hojas de un verde roble. Me cayó bastante bien.

Estuvimos hablando sobre las diferencias entre duendes y elfos. Los dos teníamos las orejas puntiagudas pero él más que yo.

-¡Oh, no!- gritó desconsolado.- Este se muere. Para poder salvarlo hay que conseguir...

Antes de acabar la frase se paró me miró serio y me dijo:

-Hay que conseguir... “la enfermedad de la propia medicina”.

Entonces empezamos a pensar cuando yo sobresalté:

-Un momento la enfermedad es mala ¿no?

-Si -respondió confuso.

-Pues hay que conseguir algo que le ayude a sobrevivir pero que sea malo para él.

-¡Eso es! Pues los duendes nacen  de una flor muy mala y venenosa aunque preciosa.

-Pues vamos a buscarla -dije decidida-.

Nos adentramos en el Bosque y estuvimos un día entero hasta que al fin encontramos la flor que se llamaba la “Flor de la Vida”.

Al llegar me dijo:

-Es buena porque da vida a los duendes y mala porque es venenosa.

La mano de mi compañero se alargó para coger la flor pero un campo de fuerza transparente lo empujó hacia el suelo.
Después de haberlo intentado 32 veces, lo volvió a intentar y esta vez lo consiguió.

-¿Pero cómo lo he hecho?

-Mira Silik, un duende ha nacido y por lo tanto tú has podido entrar.

Pusimos rumbo a la aldea pero al llegar vimos al pequeño elfo.
Su corazón no latía, no respiraba y sus ojos se habían cerrado. Había muerto.
Yo lloraba desconsolada un elfo de mi tribu había muerto sentía en mi pecho un dolor que me estremecía había perdido no solo un pariente sino que hubiera sido un futuro amigo...

Fin

Escrita por Karen Cruz

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